2 Lleguemos ante su presencia con agradecimiento. Aclamémoslo con cantos.
3 Porque el Eterno es Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses.
4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas.
5 Suyo es también el mar, pues él lo hizo, y sus manos formaron la tierra firme.
6 Venid, adoremos y postrémonos, arrodillémonos ante el Eterno, nuestro Hacedor,
7 porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado, ovejas de su mano. Si hoy oís su voz,
8 "no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como el día de Masá en el desierto",
9 "donde vuestros padres me tentaron, me pusieron a prueba, aunque habían visto mis obras".
10 "Cuarenta años estuve disgustado con esa generación, y dije: 'Este pueblo tiene un corazón desviado, no han conocido mis caminos'.
11 "Por eso, en mi enojo juré que no entrarían en mi reposo".