2 Al Señor busqué en el día de mi angustia, a él alcé mis manos de noche sin cesar. Mi alma rehusaba consuelo.
3 Me acordaba de Dios y gemía, me quejaba y desmayaba mi espíritu.
4 No me dejabas cerrar los párpados, estaba yo quebrantado, y no hablaba.
5 Consideraba los días antiguos, los años remotos.
6 De noche me acordaba de mis canciones, meditaba, en mi corazón, y mi espíritu inquiría:
7 "¿Desecha el Señor para siempre? ¿No vuelve a amar más?"
8 "¿Cesó para siempre su invariable amor? ¿Se acabó su promesa hecha para todas las generaciones?"
9 "¿Se olvidó Dios de su bondad? ¿Ha retenido con ira sus piedades?"
10 Entonces pensé: "Este es mi dolor, que la diestra del Altísimo ha cambiado".
11 Recordaré las obras del Eterno. Recordaré sus antiguas maravillas.
12 Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hazañas.
13 Oh Dios, santo es tu camino. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?
14 Tú eres el Dios que obra maravillas. Diste a conocer tu poder a las naciones.
15 Con tu brazo redimiste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José.
16 Te vieron las aguas, oh Dios, te vieron las aguas, y temieron; hasta las más profundas temblaron.
17 Las nubes derramaron inundación de aguas, tronó el cielo, y discurrieron tus rayos.
18 Se oyó el retumbar de tus truenos, tus relámpagos alumbraron el mundo, se estremeció y tembló la tierra.
19 A través del mar fue tu camino, tus sendas entre las muchas aguas, aunque no se vieron tus huellas.
20 Condujiste a tu pueblo como a un rebaño, por medio de Moisés y Aarón.