2 Acuérdate de tu congregación, que adquiriste desde tiempo antiguo, que redimiste para que fuera la tribu de tu herencia; este monte Sión, donde has habitado.
3 Dirige tus pasos a estas ruinas sin fin, a todo el mal que el enemigo ha hecho en el Santuario.
4 Tus enemigos vociferaron en medio de tus asambleas, han puesto sus divisas por señales.
5 Se parecen a los que levantan el hacha en espeso bosque;
6 y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras.
7 Han prendido fuego a tu Santuario, han profanado la morada de tu Nombre, echándola por tierra.
8 Dijeron en su corazón: "Destruyámoslos de una vez". Quemaron todo lugar donde se adora a Dios en la tierra.
9 Ya no vemos nuestras señales, no hay más profeta, ni hay entre nosotros quien sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu Nombre?
11 ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué la escondes en tu seno?
12 Sin embargo, Dios es mi rey desde tiempo antiguo, que obra salvación en la tierra.
13 Tú dividiste el mar con tu poder, quebrantaste cabezas de monstruos marinos,
14 magullaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida al pueblo del desierto.
15 Abriste la fuente y el río, secaste ríos impetuosos.
16 Tuyo es el día, tuya también la noche, tú estableciste la luna y el sol.
17 Tú fijaste todos los términos de la tierra, el verano y el invierno tú los formaste.
18 Acuérdate que el enemigo ha dicho afrentas contra el Eterno, y un pueblo insensato ha blasfemado tu Nombre.
19 No entregues a las bestias la vida de tu tórtola, no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.
20 Mira el pacto, porque los lugares oscuros de la tierra están llenos de guarida de violencia.
21 No vuelva avergonzado el abatido, que el afligido y el menesteroso alaben tu Nombre.
22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa, acuérdate que el insensato te injuria cada día.
23 No olvides las voces de tus enemigos, el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.