2 No sea que me desgarren cual león, y me destrocen sin que haya quien me libre.
3 Oh, Señor, Dios mío, si hice alguna de estas cosas, si hay en mis manos iniquidad,
4 si di mal pago al que estaba en paz conmigo, si oprimí sin causa a mi adversario,
5 persígame el enemigo, alcánceme, pise en tierra mi vida, y mi honra ponga en el polvo.
6 Levántate, oh Eterno, en tu ira; álzate contra la furia de mis enemigos, y apréstate a defenderme en el juicio que has convocado.
7 Reúnanse los pueblos a tu alrededor, y rígelos desde lo alto.
8 Juzga, oh Eterno, a los pueblos; júzgame conforme a mi justicia y a mi integridad.
9 Cese la malicia de los inicuos, y establece al justo. Pues el justo Dios prueba la mente y el corazón.
10 Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón.
11 Dios es un juez justo, un Dios airado contra el impío todos los días.
12 Si el malo no se convierte, él afilará su espada; armado y listo tiene ya su arco.
13 Ha preparado para él armas de muerte, ha templado al fuego sus saetas.
14 El malvado está lleno de iniquidad, concibe maldad y engendra fraude.
15 Pozo ha cavado y ahondado, y en el hoyo que hizo caerá.
16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza, y su agravio descenderá sobre su propia coronilla.
17 Alabaré al Eterno conforme a su justicia, y cantaré al Nombre del Eterno, el Altísimo.