2 Como se disipa el humo, así los disiparás. Como se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos delante de Dios.
3 Pero los justos se alegrarán, se gozarán en la presencia de Dios, y saltarán de alegría.
4 Cantad a Dios, cantad salmos a su Nombre. Ensalzad al que cabalga sobre las nubes. El Eterno es su Nombre. Alegraos ante él.
5 Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada.
6 Dios hace habitar en familia a los solitarios, libera a los cautivos y los prospera, pero los rebeldes habitan en tierra estéril.
7 Oh Dios, cuando tú saliste ante tu pueblo, cuando anduviste por el desierto,
8 la tierra tembló, los cielos volcaron lluvia ante Dios. El Sinaí tembló ante Dios, el Dios de Israel.
9 Abundante lluvia esparciste, oh Dios, y reanimaste a tu exhausta heredad.
10 Los que son de tu grey han morado en ella. Por tu bondad, oh Dios, has provisto para el pobre.
11 El Señor daba su Palabra, y grande compañía la proclamaba.
12 Reyes y ejércitos huyen de prisa, en el campamento los hombres reparten los despojos.
13 Aun mientras duermen en el campamento, las alas de mi paloma brillan plateadas, y sus plumas con amarillez de oro.
14 Cuando el Todopoderoso esparció a los reyes, fue como si hubiera nevado en el monte Salmón.
15 ¡Oh majestuoso monte, el monte Basán! ¡Monte de muchas elevaciones es el de Basán!
16 ¿Por qué miráis con envidia, oh montes altos, al monte que Dios eligió para su morada, donde el Eterno habitará para siempre?
17 Los carros de Dios son veintenas de millares de millares. Entre ellos el Señor vino del Sinaí a su Santuario.
18 Subiste a lo alto, llevaste cautivos, recibiste dones de los hombres, aun de los rebeldes, para que Dios, el Eterno, habitara entre ellos.
19 ¡Alabado sea el Señor, nuestro Dios y Salvador! Cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación.
20 Nuestro Dios es un Dios que salva. Dios, el Eterno, nos libra de la muerte.
21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus pecados.
22 El Señor dijo: "De Basán te haré volver, te haré volver de la profundidad del mar,
23 "para que tu pie se enrojezca con la y sangre de tus enemigos, y de ella la lengua de tus perros".
24 Se ven tus procesiones, oh Dios y mi Rey, se ven en el Santuario.
25 Los cantores van al frente, los músicos detrás. En medio, las jóvenes con panderos.
26 ¡Alabad a Dios en la gran congregación! ¡Alabad al Señor, en la asamblea de Israel!
27 Allí está la pequeña tribu de Benjamín, dirigiéndolos, los príncipes de Judá en su congregación, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza; confirma, oh Dios, lo que has obrado en nosotros.
29 Por razón de tu templo en Jerusalén los reyes te ofrecerán dones.
30 Reprende las bestias del cañaveral, la multitud de toros y novillos de las naciones, hasta que todos se sometan con piezas de plata. Dispersa a los pueblos que fomentan la guerra.
31 Vendrán embajadores de Egipto, Etiopía tenderá sus manos a Dios.
32 Reinos de la tierra, cantad a Dios, cantad al Señor,
33 al que cabalga sobre los antiguos cielos de los cielos, que truena con potente voz.
34 Proclamad el poder de Dios, cuya majestad está sobre Israel, cuyo poder está en los cielos.
35 ¡Pavoroso es Dios desde su Santuario! El Dios de Israel, da fuerza y vigor a su pueblo. ¡Alabado sea Dios!