2 Tú oyes la oración, a ti vendrá toda carne.
3 Cuando nuestras iniquidades nos abruman, tú perdonas nuestras rebeliones.
4 ¡Dichoso el que tú eliges y allegas a ti, para que habite en tus atrios! Quedaremos satisfechos del bien de tu casa, de tu santo templo.
5 Con portentos de justicia tú nos respondes, oh Dios, nuestro Salvador, esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos mares.
6 Tú afirmas los montes con tu poder, ceñido de valentía.
7 Sosiegas el estruendo de los mares, el y bramido de sus ondas, el tumulto de las naciones.
8 Por eso, los habitantes de los fines de la tierra admiran tus maravillas. Tú alegras a los del oriente y del occidente.
9 Visitas la tierra, y la riegas, la enriqueces en gran manera; con el río de Dios, lleno de agua, provees el grano a la gente, cuando así la dispones.
10 Tú empapas los surcos de la tierra, nivelas sus terrones, la ablandas con la lluvia, y bendices sus renuevos.
11 Tú coronas el año con tus bienes, y tus carriles destilan abundancia.
12 Destilan sobre los pastizales del desierto, y los collados se visten de alegría.
13 Las praderas se visten de manadas, y los valles se cubren de mieses, dan voces de júbilo, y cantan.