2 Me sacó de una fosa mortal, del lodo cenagoso. Asentó mis pies sobre la Roca, y afirmó mis pasos.
3 Puso en mi boca canción nueva, alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto, lo venerarán, y confiarán en el Eterno.
4 !Feliz el hombre que pone en el Eterno su confianza, y no mira a los soberbios, ni se desvía tras la mentira!
5 Oh Eterno, Dios mío, muchas son tus maravillas; tus designios en nuestro favor, no los podemos contar. Quisiera hablar de ellos, pero no pueden ser enumerados.
6 Sacrificio y presente no quisiste; has abierto mis oídos, holocausto y expiación no has demandado.
7 Entonces dije: "Aquí vengo, en el rollo del libro está escrito de mí.
8 "Dios mío, me deleito en hacer tu voluntad, y tu Ley está en medio de mi corazón".
9 Anuncié tu justicia en la gran congregación, no detuve mis labios, tú lo sabes, oh Eterno.
10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón. Publiqué tu fidelidad y tu salvación. No oculté tu amor y tu verdad en la gran asamblea.
11 Oh Eterno, no retengas de mí tu misericordia. Tu gracia y tu verdad me guarden siempre.
12 Porque me han rodeado males sin número. Me han alcanzado maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.
13 Dígnate, Señor, librarme. Oh Eterno, apresúrate a socorrerme.
14 Sean avergonzados y confusos los que buscan mi vida para destruirla. Retrocedan y avergüéncense los que desean mi mal.
15 Sean consternados en pago de su afrenta los que se burlan de mí.
16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan. Los que aman tu salvación digan siempre: "El Eterno, sea enaltecido".
17 Aunque estoy afligido y necesitado, el Señor pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú. ¡Dios mío, no te tardes!