2 Con arrogancia el malo persigue al pobre. Será atrapado en los artificios que ideó.
3 El malo se jacta del deseo de su corazón, bendice al codicioso y desprecia al Eterno.
4 Por la altivez de su rostro, el malo no busca a Dios, no hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
5 Sus caminos son torcidos en todo tiempo, tiene tus juicios muy lejos de su vista, desprecia a todos sus adversarios.
6 Piensa en su corazón: "Jamás seré conmovido, nunca me alcanzará el infortunio".
7 Su boca está llena de maldición, engaño y fraude; debajo de su lengua hay agravio y maldad.
8 Acecha cerca de las aldeas, para matar a escondidas al inocente, sus ojos vigilan al indefenso.
9 Acecha en oculto como el león desde su guarida, acecha para arrebatar al desvalido. Lo arrebata, y lo arrastra a su red.
10 Se contrae, se agacha, y en sus garras caen muchos desdichados.
11 Dice en su corazón: "Dios se ha olvidado, ha encubierto su rostro, nunca lo verá".
12 Levántate, oh Eterno, oh Dios; alza tu mano, no olvides a los pobres.
13 ¿Por qué el malo desprecia a Dios? En su corazón ha dicho que no le pedirás cuenta. Confianza en el triunfo
14 Tú lo has visto, porque tú miras el trabajo y el pesar, para retribuir con tu mano, En ti se protege el desvalido. Tú amparas al huérfano.
15 Quiebra tú el brazo del impío y del malvado. Pídeles cuenta de su maldad, hasta que nada quede pendiente.
16 El Señor es Rey eterno y para siempre. De su tierra perecerán las naciones.
17 Tú, oyes el deseo de los humildes, confortas su corazón y oyes su clamor,
18 para defender al huérfano y al oprimido; a fin de que el hombre que es de la tierra, no vuelva más a hacer violencia.