2 De pronto hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor bajó del cielo, quitó la piedra, y se sentó sobre ella.
3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.
4 De miedo de él, los guardas temblaron y quedaron como muertos.
5 Pero el ángel dijo a las mujeres: "No temáis vosotras. Yo sé que buscáis a Jesús, que fue crucificado.
6 "No está aquí, porque tal como lo había dicho, ha resucitado. Venid, ved el lugar donde yacía.
7 "E id de prisa a decir a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y que va delante de vosotros a Galilea. Allá lo veréis. Mirad que os lo he dicho".
8 Entonces ellas, salieron de prisa del sepulcro, con temor y gran gozo, y fueron corriendo a dar la gran noticia a sus discípulos.
9 De pronto, Jesús salió a su encuentro, y las saludó: "¡Salve!" Y ellas se llegaron, abrazaron sus pies, y lo adoraron.
10 Entonces Jesús les dijo: "No temáis. Id, dad la gran noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allá me verán".
11 Mientras ellas iban, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad, y avisaron a los principales sacerdotes de todo lo que había sucedido.
12 Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados.
13 Les dijeron: "Decid que sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, mientras nosotros dormíamos.
14 "Y si el gobernador oye esto, nosotros lo persuadiremos, y os libraremos".
15 Ellos tomaron el dinero, e hicieron como fueron instruidos. Y este dicho se divulgó entre los judíos hasta hoy.
16 Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17 Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaron.
18 Entonces Jesús se acercó a ellos, y les dijo: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.
19 "Por tanto, id y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
20 "enseñándoles que guarden todo lo que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".