2 Un día, cuando los ojos de Elí empezaron a oscurecerse y no podía ver, estaba él acostado en su aposento,
3 y Samuel se hallaba durmiendo en el Santuario del Eterno, donde estaba el Arca de Dios. Antes que la lámpara de Dios fuera apagada,
4 el Eterno llamó a Samuel, y él respondió: "Aquí estoy".
5 Y corrió a Elí y le dijo: "Aquí estoy, ¿para qué me has llamado?" Elí le dijo: "Yo no llamé. Vuelve a acostarte". Y él se volvió y se acostó.
6 El Señor volvió a llamar a Samuel. Y él se levantó, fue a Elí, y le dijo: "Aquí estoy, ¿para qué me llamaste? Elí le dijo: "Hijo mío, no te llamé. Vuelve y acuéstate".
7 Samuel no había conocido aún al Eterno, ni le había sido revelada palabra del Señor.
8 Por tercera vez, el Eterno llamó a Samuel. Y él se levantó, fue a Elí, y le dijo: "Aquí estoy, ¿para qué me llamaste?" Entonces Elí entendió que el Eterno estaba llamando al joven.
9 Y le dijo: "Ve y acuéstate. Y si te llaman otra vez, dirás: 'Habla, Señor, que tu siervo oye"'. Así Samuel volvió y se acostó en su lugar.
10 Y vino el Eterno y llamó como las otras veces: "¡Samuel, Samuel!" Entonces Samuel respondió: "Habla, que tu siervo oye".
11 Y el Eterno dijo a Samuel: "Voy a ejecutar en Israel tal cosa, que a todo el que la oiga, le zumbarán los oídos.
12 "Aquel día despertaré contra Elí todo lo que le he dicho acerca de su casa, de principio a fin.
13 "Le mostraré que juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él conoce, porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los reprendió.
14 "Por eso he jurado a la casa de Elí, que la iniquidad de su casa no será expiada jamás, ni con sacrificios, ni con ofrendas".
15 Y Samuel quedó acostado hasta la mañana. Después abrió las puertas de la casa del Eterno. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí.
16 Pero Elí llamó a Samuel, y le dijo: "Hijo mío, Samuel". Y él respondió: "Aquí estoy".
17 Y le preguntó: "¿Qué te habló el Eterno? Te ruego que no me lo encubras. Que Dios te trate con rigor, si me encubres palabra de todo lo que habló contigo".
18 Y Samuel se lo manifestó todo sin encubrirle nada. Entonces él le dijo: "El es el Eterno. Haga lo que bien le parezca".
19 Y Samuel creció, el Eterno estaba con él, y no dejó caer en tierra ninguna de sus palabras.
20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era un fiel profeta del Eterno.
21 Así, el Eterno siguió apareciendo en Silo, porque allí se manifestaba a Samuel mediante su palabra.