2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidad de ella, no por la fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
3 no dominando las heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey.
4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria.
5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos, y todos sumisos unos a otros. Revestíos de humildad, porque: "Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes".
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo.
7 Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él cuida de vosotros.
8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.
9 Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos por todo el mundo pasan por las mismas aflicciones.
10 Y el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
11 A él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén.
12 Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os escribo brevemente, para animaros y testificar que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.
13 La iglesia que está en Babilonia, elegida junto con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan,
14 Saludaos uno a otros con un beso de amor. Paz sea con todos los que estáis en Jesucristo.